Entrenamiento · Seguridad y rescate

Reflexionando sobre qué significa el rescate en la montaña

Me cuesta entender porque todavía se ponen tantos peros al momento de ir a salvar una vida y comprender lo valioso de salir a buscar y ayudar

Pablo Javier Goldengruss

Edición: CCAM



Son días en los cuales estamos todos, los del ambiente de la montaña, un tanto movilizados. Se hizo oficial en los medios de comunicación, la muerte de Mariano Galván, tema sobre el cual no pienso decir nada simplemente porque creo que ya se ha dicho mucho. Te movilizan a veces estas cosas, te replanteas algunos objetivos, lejos estoy de ser un ochomilista, pero cada uno con sus objetivos de 8000 metros o de 3000 metros no importa.

Grupo de rescate en la montaña. Una buena coordinación es muy importante entre los equipos de rescate.
Foto: www.traumatismosdelmonte.blogspot.com.ar

En nuestra búsqueda nos encontramos a veces con muchas grietas que ya no tienen puente y tenemos que saltar, o a veces rodear o incluso dar un par de pasos atrás para corregir nuestro rumbo y esquivarla y luego seguir. El desconocimiento a veces nos juega una mala pasada, cuantas veces he escuchado, el reclamo de gente totalmente ajena al mundo de la montaña, de porqué uno se expone de tal o cual manera, de porqué hacemos esto o aquello, de cuál es nuestra necesidad. Desde la óptica del desconocedor uno se puede preguntar qué mueve a tanta gente a exponerse a tanto peligro, pero de todas maneras creo que en este momento eso no importa.
 

Mil veces escuché,  comentarios como “para que se metió ahí, que salga sol@”, insisto que no me refiero únicamente a la última situación de Mariano en el Nanga, sino a esa a esa y a muchas otras, mucho menos extremas, con poca o nada de repercusión en los medios (por suerte) ya que si no, imagino, el montañismo estaría prohibido. “Sos un/a inconsciente, no ves el peligro que hay, es una cuestión de ego, te queres matar” y tantas otras palabras sobre el tema. Todos tenemos derecho a opinar, de eso no tengo dudas, yo también opino sobre  temas que con suerte toco de oído, pero, la cuestión es de la manera en que  nos expresamos, los juicios de valor que emitimos, la precepción del peligro que tenemos, sobre todo tratándose  de un tema que no conocemos.
 

Simulacro de rescate en accidente en montaña. Foto: www.silos-seguridad.com

Campo base del Everest 2011. Rescate en camilla en la parte final de la Cascada de Hielo, cerca del campo base Everest.
Foto: Darío Rodríguez, www.desnivel.com

Rescate de helicóptero. Foto: www.andesmarques.blogspot.com.ar

Las personas nos exponemos a determinadas situaciones, de manera voluntaria, al menos en la gran mayoría de los casos y, aunque haya una remuneración económica, sigue siendo un acto voluntario. Se actúa asumiendo y aceptando el riesgo/peligro que conlleva el escenario donde decidimos entrar y cuando creemos estar a cierto nivel, ya sea de complejidad técnica, distancia, altura, etc. La persona es totalmente consciente de la dificultad, de un posible rescate y acepta las reglas del juego, y créanme que, mejor que nadie, en esos casos -me refiero a profesionales, deportistas, montañistas, guías- saben cuál es el costo de que las cosas salgan mal. Pero esto no quiere decir que se desprecie la vida, que uno por tratar de vivir con un poco de intensidad esté buscando matarse, o cosas peores que se dicen por ahí. Sino que, después de todo, para eso están los grupos de rescate, los planes de contingencia, las medidas de seguridad, los protocolos de evacuación, y todo aquellos para lo cual nos capacitamos, tanto en Primeros Auxilios como en técnicas de evacuación. Lo hacemos ni más ni menos que para actuar cuando todo lo previsto, o al menos una parte, ha fallado.
 

Es también una verdad que al ir a buscar a una persona, se ponen en riesgo a muchas otras, estoy de acuerdo y lo he vivido, pero insisto, nadie obliga a participar en un rescate, evacuación, etc.; salvo si se es parte de un grupo profesional de rescate ya que en ese caso estoy obligado, porque de eso se trata mi trabajo. Creo que es un importante dejar hecha la salvedad que en todos los grupos profesionales o no de rescate, la premisa número uno es la vida del rescatista y eso se debe respetar a rajatabla.
 

Grupo de rescate en la montaña. Foto: www.miprimerblog-jefferson.blogspot.com.ar

Rescate en la montaña. Foto: Pablo javier Goldengruss

Varias veces simplemente pienso que podría ser yo al que van a buscar y lo último que querría es que se dijera:” que se joda por pelotudo que nadie lo mando a ese lugar, que él sabía lo peligroso que podía ser, por ende que se la banque y si se muere no es nuestro problema”... Yo creo que si es nuestro problema, y no quiero entrar en detalles, si uno está guiando o no y de las responsabilidades profesionales que por supuesto existen, sino desde el punto de vista deportivo. Sé que voy a contar con esa ayuda, porque en la montaña se manejan otros códigos, o será porque los que estamos ahí tenemos la misma sed de vida, ya que para entenderlo simplemente hay que estar ahí. Algunas veces es un pequeño error, algo simple un itinerario sin mayor dificultad, una torcedura del que impide que siga solo y entonces necesito ayuda, ni más ni menos que eso: ayuda. Es posible en esta sociedad que se vuelve cada vez más competitiva e individualista, nos estemos desacostumbrando a ayudar y por eso cuesta tanto, entender que uno está dispuesto a correr algunos riesgos con tal de ayudar al otro, sea conocido o no, basta con saber que solo de ahí no se sale. Un simple Trek por la precordillera mendocina en invierno, se puede complicar mucho si me rompo una pierna y no puedo caminar.
 

Me cuesta comprender por qué, todavía, se ponen tantos peros al momento de ir a salvar una vida, en un lugar de acceso complicado. Por los altos costos se dice, pues se verá la forma de pagar ese rescate. Claro que, por oposición, tenemos que aprender a hacernos cargos de nuestras acciones, sin reclamar injustamente al Estado, al club o a cualquier otra entidad por las consecuencias de ellas.
 

Llevando la camilla durante un rescate. Foto: Pablo javier Goldengruss

Simulacro de rescate de un accidentado en la montaña. Foto: www.laverdad.es

Pero mi reflexión apunta hacia otro lado, se dirige a tratar de entender porque siempre vale la pena esforzarse un poquito y salir a buscar a otro que no regresa, a ayudarlo. El abrazo, apretón de manos, sonrisa, ese pequeño empujón arengando al compañero a que siga durante un rescate o al finalizarlo, son esas situaciones donde sobran -realmente sobran- las palabras. Ni que hablar si al tiempo te encontrar al extraño que ayudaste y te sonríe, te abraza y te agradece, como a mí me ha  pasado, son momentos inmensamente gratos, y si no lo vemos mas no importa, lo ayudamos ese día, hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer, sin buscar ningún reconocimiento a cambio.
Mejor aún salir a la montaña con ese compañero, colega, que te cubre la espalda como si fuera la de él, ya que sabe y siente lo mismo que uno, son las pequeñas grandes cosas que pasan allá bien al oeste…

Simplemente quise compartir esta reflexión,   lejos de despreciar la vida el montañista se plantea un desafío deportivo, una búsqueda, aunque pueda parecer riesgoso.

Práctica de rescate en montaña. Bajando en rapel. Foto: Pablo javier Goldengruss

Simulacro de rescate en rapel. Foto: Pablo javier Goldengruss

 


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