Dos de las más importantes aventuras de Rodrigo Jordán, quedaron inmortalizadas en las páginas de sus libros : "Everest: el desafío de un sueño" y " Planeta Antártica: Nuestra expedición a las montañas del confín del mundo". Dos libros inspiradores que completan la biblioteca del aventurero
Nuestro interés en el centro cultural es, poder conectarnos con otros centros de montaña u otras instituciones para promover la cultura de montaña. Por este motivo surgió la idea de conectarnos con las editoriales; “Editorial Chilena de montaña (ECM)” nos acercó varios ejemplares que cuentan historias de montañistas chilenos que marcaron precedentes y que viven el montañismo de una manera apasionada y solidaria. Ellos nos dijeron: “tienen que hablar con Rodrigo, porque él tiene mucha historia.” Y en verdad puede decirse que es un hombre con una amplia experiencia. Ha ascendido al Everest por sus tres caras, logro cumbre del K2 y el Lhotse y múltiples veces fue a la Antártida, solo por mencionar algunas de sus grandes hazañas. Así que en julio del 2025 viajamos a Santiago de Chile y nos encontramos con Rodrigo Jordán.
Conversamos sobre algunas de sus experiencias más icónicas que están inmortalizadas en los libros de la editorial y otros aspectos sobre su vida (como el trabajo social, el rol como educador y la formación de líderes) y aspectos que tienen que ver con la cultura de montaña.
Los libros que ECM ha reeditado este año de él son: “Everest el desafío de un sueño” y “Planeta Antártica” que serán reseñados en este artículo. Estas nuevas ediciones, al cambiar su tamaño y publicarse en formato pocket, las vuelven mucho más prácticas y cómodas para poder ser llevadas con mayor comodidad, pudiendo ser una agradable lectura de viaje.
Del techo del mundo al fin del mundo; en la presentación de “Everest…” Rodrigo Jordán explicó: “En todas estas primeras expediciones, el trabajo en equipo fue fundamental. Trabajar para un objetivo mayor era muy fuerte, independiente de los méritos individuales de cada integrante”. Palabras que demuestra en actos, no solo con lo que quedó evidenciado en estos libros, sino también con el trabajo que realiza con su fundación Vertical.
El objetivo de la publicación no es solo recuperar el relato de aquella hazaña histórica, sino también poner en valor como se hacía montañismo en otra época con otro equipo y otras técnicas. Más de 30 años nos separan de dicha expedición y algunas cosas permanecen igual. pero otras cambiaron notablemente.
Este libro relata la experiencia que sería clave para cambiar el rumbo de la vida de Rodrigo Jordán y presentarle un camino del cual no se apartaría jamás. En la entrevista nos cuenta dicha experiencia y como esta le hizo entender el valor de un buen liderazgo.
El 15 de mayo de 1992 el primer grupo de sudamericanos logra alcanzar la cumbre de la montaña más alta del mundo por la pared sur que, hasta ese entonces, solo había sido coronada por otras tres expediciones. El equipo formado por: Christian Buraccio, Alfonso Diaz, Dagoberto Delgado, Cristian Garcia-Huidobro, Rodrigo Jordán, Claudio Lucero (a sus 60 años de edad) y Juan Montes, y tres sherpas: Chuldim Dorjee Sher, (el jefe), Ngima Dorjee Sher y Karma Lama (el cocinero). El grupo tuvo que atravesar dificilísimos obstáculos, tanto a nivel físico como logístico (y por supuesto el clima también tuvo su rol protagónico), pero a pesar de todo esto, con mucha determinación y valentía alcanzaron la cumbre y alzaron la bandera chilena usando una piqueta como estandarte.
La ruta elegida fue la cara este, la llamada “Cara del Kangshung” porque era un nuevo desafío dada su dificultad (hasta el 2018 había sido subida solo 4 veces, siendo esta una de esas expediciones). Jordán sostiene que según la ética del montañismo moderno hay que subir las cumbres por el camino más difícil y desplegando la menor cantidad de recursos posibles, y si es posible, descubrir rutas nuevas, por este motivo asumieron el reto. Lograr este objetivo les tomó 10 años y el fracaso de dos expediciones.
En “Everest, el desafío de un sueño” podemos encontrar el mapa de la ruta que siguieron y una magnífica colección de fotos de la experiencia. Por supuesto, también hay un montón de detalles de la logística que requirió la expedición, el equipo necesario y los desafíos enfrentados (algunos de ellos previstos, pero muchos otros requirieron creatividad y destreza mental del equipo).
Rodrigo Jordán reconoce como su gran maestro a Claudio Lucero cuenta que aprendió del montañista una gran lección:
“La cumbre es una excusa para tener una bella recorrida entonces uno disfruta de un viaje, lo que importa es con quien voy”.
Bajo esta prerrogativa, el explorador realiza sus expediciones, priorizando la convivencia y el aprendizaje por sobre el afán de alcanzar una cumbre o un record. En la expedición en cuestión, varias veces se plantearon la posibilidad de abandonar el plan por priorizar la salud de uno de sus miembros.
Uno de los momentos de mayor tensión es cuando quedan atrapados en una avalancha mientras escalaban. La sensación de incertidumbre y muerte inminente que describe Rodrigo logran traspasar las páginas y conmover al lector. Del mismo modo, sus palabras atraviesan los límites físicos y pueden provocar lágrimas de emoción cuando describe el triunfo. Pero rápidamente baja el tono y la adrenalina para describir el retorno: otra aventura.
Sin duda es una expedición que tiene muchos aprendizajes. Para Rodrigo Jordán esta fue la expedición que lo empujó a plantearse su rol de liderazgo y cómo quiere ejercerlo.
Este libro presenta la hazaña deportiva de Rodrigo Jordán, Ernesto Olivares, Eugenio Guzmán y Pablo Gutiérrez (más la ayuda de Marcelo y Tomás Grifferos), cada uno de ellos con un rol específico asignado respetando sus fortalezas e intereses. Luego de haber medido sus fuerzas con el 8 mil más alto y tocado el techo del mundo Rodrigo Jordán le advirtió a sus compañeros que “la Antártica puede ser un Everest horizontal” y así arranca el camino hacia una nueva proeza que implicó desafíos completamente diferentes. Con tantos años de experiencia y estudios sobre liderazgo y coaching, Rodrigo Jordán pudo armar un equipo de hombres perfectamente capacitados para la tarea que los esperaba en el continente blanco.
Algunos de los peligros que enfrentaron en las distintas cumbres del Himalaya se repetirían (como grietas en glaciares, tormentas infinitas y vientos tempestuosos) pero el continente blanco esconde sus propios misterios. La tarea de esos exploradores no es solo escalar las cumbres de la Antártica (como si eso fuese una tarea sencilla), sino que además iban con un propósito científico y de investigación.
Este libro ofrece información sumamente útil para aquel que quiere realizar una travesía similar porque Jordán es sumamente generoso al momento de contar el paso a paso de todo lo que vivieron. En sus páginas se puede encontrar información sumamente detallada de cada centímetro caminado, cada pieza de equipo llevado (hay un cuadro que contiene hasta la cantidad de bencinas blancas que se usaron: 54), detalles esenciales sobre la vestimenta, alimentación, informes de salud y equipo de comunicación, video y fotografía.
El primer desafío que encontraron (y que fue determinante para tener éxito) no fue el hielo, el frío o la distancia… Muy por el contrario, los factores naturales eran algo prácticamente predecible; el obstáculo fue la burocracia y todos los permisos que necesitaron. Esta quizás puede ser la parte más desmotivante para cualquier aventurero que está deseando clavar sus grampones en hielos inexplorados. Pero quien quiera aceptar esta aventura, tiene que saber que primero hay que sentarse en una oficina y llenar muchos formularios.
Esta nueva travesía no solo requería aptitudes físicas nuevas sino también la innovación en equipos porque ya no cargarían mochilas, arrastrarían trineos. Otro factor que se menciona como relevante es el cuidado de la salud dado que el aislamiento no permite grandes maniobras de emergencia. Por último, se planteó que un tema crucial era el financiamiento de patrocinadores y auspiciantes que quisiesen apostar por esta osadía. La generosidad y colaboración son LA clave del éxito de la misión, gestos de humanidad.
Se conquista del Macizo Vinson, la montaña más alta de Antártica, pero esto no sacía la sed de aventura de Jordán: “Yo siempre he pensado que llegué tarde al mundo, me habría gustado acompañar a Sebastián El Cano en el viaje de Magallanes alrededor del mundo, internarme en África en la expedición de David Livingstone o ayudar a desencallar el Endevour del Capitán Cook, de la gran barrera de coral de Australia” Confieza el autor temiendo que no quedasen rincones por descubrir en la faz de la Tierra, hasta que observa que detrás del imponente Vinson había una zona inexplorada de montañas, glaciares y valles. Su corazón se despierta: “esta es la mía, aquí hay una posibilidad de ir a un lugar absolutamente inexplorado.”
La aventura comenzó el 30 de octubre de 2002 (con la llegada a Punta Arenas, pero recién el 9 de noviembre aterrizaron en Antártica) y tuvo que terminarse en enero de 2003 pero la meta no se había logrado completar. En 54 días y sin apoyo externo, recorrieron 400 kilómetros de territorio montañoso inexplorado y recogieron valiosas muestras geológicas y glaciológicas para diversos estudios científicos sobre Antártica. “Aunque nuestro llamado es a escalar montañas vírgenes, desde un principio estuvimos de acuerdo en que la exploración de un territorio desconocido tendría mucho más valor si éramos capaces de registrar el lugar y compartirlo con otros.”
En el libro figuran mapas y cuadros con los detalles de los recursos, avances y descubrimiento. Verdaderamente, es leer la bitácora de primeros exploradores. Las palabras de los protagonistas contagian entusiasmo y hacen que el lector quiera subirse al vuelo Ilyushin-76 en Punta Arenas como lo hicieron estos seis intrépidos chilenos hace más de veinte años.
Dos meses sin noches, pero con muchos sueños cumplidos y nuevos sembrados que dejó como colorario que en 2003 se desarrolló la primera expedición educacional para el programa de MBA de Wharton School of Business a Patagonia.
Por lo que quedó expuesto en estas publicaciones, Rodrigo Jordán no es solo un aventurero que explora los rincones del mundo. Ha sabido convertir cada una de sus experiencias en valiosas lecciones sobre el esfuerzo colectivo, el manejo del sufrimiento, y la resiliencia.
Mucho hay por aprender y conocer sobre esta persona que sigue participando activamente en proyectos de investigación, educación y exploración.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023