Mientras Francia se desmorona luego de perder la Línea Maginot, Olry, general de Los Chasseurs Alpins, la élite de las tropas de montaña francesas no piensa rendir un solo hombre y comienza una larga resistencia, esperando al enemigo en posiciones fortificadas
En un momento de crisis total, el ejército de la Tercera República de Francia es arrollado sorpresivamente por el pujante ejército alemán en la frontera belga. Sus fortalezas en la frontera con Alemania quedan aisladas, y la moral del pueblo, desterrada con el gobierno. Italia, alpercatarse de la debilidad, se abalanza sobre el frente alpino. Pero en este terreno, los montañeses franceses hacen saber que Francia está muy lejos de rendirse.
10 de junio de 1940. Francia está en crisis. Al norte, la línea defensiva Maginot ha sido superada y el avance alemán parece imparable. París está al borde del colapso, el gobierno exiliado, y la esperanza de resistir se desvanece con cada día que pasa.
Mussolini “Il Duce”, viendo a Francia tambaleando con el avance alemán, busca dar un golpe certero por la frontera alpina para tomar ciudades y puertos de importancia. Il duce está seguro de una victoria total, ¿Por qué deberían seguir peleando los franceses cuando todo está perdido? ¿Por qué se arriesgarían a morir cuando muchos se rinden ante los alemanes?
Sin embargo, mientras Francia se desmorona, Olry, general del ejército de los Alpes, no piensa rendir un solo hombre.
Los Chasseurs Alpins, la élite de las tropas de montaña francesas, han pasado años preparándose para este momento. Mientras las divisiones italianas cruzan la frontera convencidas de una victoria fácil, los soldados franceses los esperan en posiciones fortificadas, la Línea Maginot Alpina.
Los montañeses están listos para defender cada paso y cada montaña. El peligro no sólo viene de Italia. Al Norte, las fuerzas alemanas avanzan sin oposición sobre Lyon con el objetivo de romper la Línea Maginot Alpina por la retaguardia y tomar tantos prisioneros como puedan, antes de llegar a un armisticio.
El general Olry, a cargo del Ejército de los Alpes, deberá organizar una estrategia que evite la aniquilación de su ejército en dos frentes.
Durante 10 días de combate en el alto de los Alpes, los italianos perderán más de 6000 hombres sin lograr capturar mucho más que los bordes fronterizos.
Lo que sigue no es una historia de retirada, sino una cronología de una defensa impenetrable en uno de los terrenos más hostiles de la guerra.
En los Alpes, Francia no se rinde, y sus enemigos, no pasarán.
Video 1 Chasseur Alpins Entrenamiento de tropas alpinas. Los turbantes utilizados son para prácticas de esquí, evitando golpes a la cabeza.
Video 2 Chasseur Alpins Entrenamiento de Chasseur alpin donde se simula un combate en la montaña. La necesidad de tropas invernales se hizo evidente con la guerra de invierno finlandesa en 1939.
Video 3 Línea Maginot Sorprendentemente, la moral entre las tropas subterráneas se mantenía alta, ya que creían que, si llegaba la guerra, se encontraban en el lugar más seguro e inexpugnable de toda Francia, en altura y bajo tierra.
La Gran Guerra, como se la llamaba en ese momento, pero hoy conocida también como la Primera Guerra Mundial (PGM), fue una carnicería para los países europeos.
El sacrificio de los soldados franceses tuvo repercusiones mucho más allá de lo que la guerra misma arrasó en sus propias tierras.
La pérdida de más de 1.2 millones de hombres jóvenes significó no sólo un dolor irreparable para las familias, sino también una disrupción a largo plazo en la estructura y fuerza militar del país, se estima que Francia no pudo volver a recuperar su capacidad de movilización total hasta la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de una nueva generación de hombres capaces de servir en el ejército.
El fin de la Gran Guerra en 1918 buscó asegurar a cualquier precio una paz duradera, que los países europeos puedan reconstruirse, y que Alemania no vuelva a ser una amenaza en un futuro.
El tratado que dictara el futuro de las naciones se firma en Versalles, París. Los líderes de grandes y pequeños países intervienen en su creación, excluyendo a los países vencidos.
A la par del tratado, se funda en 1919 la liga de las naciones, que, sin respaldo militar, no puede lograr hacer cumplir las imposiciones y términos a los países participantes.
Hasta la fundación de las Naciones Unidas, después de la Segunda Guerra Mundial, no existió un organismo efectivo para la resolución de conflictos.
A lo largo de los siglos, los guerreros de los pueblos germánicos marcharon sobre Francia varias veces casi sin resistencia alguna, y, cinco veces durante el siglo XIX, los cañones alemanes pusieron en peligro París.
Para prepararse para el futuro, los franceses miraron al pasado. Desde la antigüedad han existido fortificaciones sólidas y fijas que protegían los intereses y convertían fuerzas inferiores en fuerzas inexpugnables. Así siguió siendo incluso durante la Gran Guerra de 1914-1918, cuando los gruesos muros de hormigón y las fortificaciones enterradas profundamente en el suelo de Verdún resultaron ser huesos muy duros de roer para las fuerzas alemanas.
Uno de los enormes fuertes, Douaumont, fue bombardeado por miles de proyectiles de hasta 420 mm de calibre, pero sólo cinco de sus 30 casamatas cayeron ante los alemanes en una batalla que duró 10 meses y se saldó con un número inimaginable de bajas en ambos bandos (700.000 muertos).
El alto mando político y militar francés asumió que la próxima guerra, y creían firmemente que habría otra, volvería a requerir el establecimiento de un frente de defensa continuo, especialmente dado el previsto déficit de tropas.
Era indispensable algún tipo de muro defensivo que protegiera la frontera con Alemania y Europa del este, para detener cualquier invasión el tiempo suficiente para poder movilizar y transportar a los reservistas al frente.
A principios de 1930, con el mundo sumido en una depresión económica, la asignación inicial para este enorme proyecto, que era de alrededor de tres mil millones de francos (117.600.000 dólares de la época), fue fuertemente cuestionada por parte de la Cámara de Diputados de Francia.
Sin embargo, el Ministro de Guerra, André Maginot, un hombre de imponente estatura (medía poco menos de 2 metros, ex diputado y veterano discapacitado de la Gran Guerra, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para evitar que su país volviera a ser invadido.
En un apasionado discurso dirigido a los legisladores reunidos en enero de 1930, Maginot imploró con vehemencia que se financiara el proyecto:
Aunque la Gran Guerra había dejado a Francia al borde de la bancarrota, la Cámara de Diputados votó a favor de asignar el capital necesario y su construcción se puso en marcha.
La Línea Maginot se configuró entonces como una “defensa en profundidad.” Decenas de fortalezas, búnkeres, casamatas, refugios, kilómetros de pasadizos subterráneos y otras estructuras componían el sistema defensivo más avanzado tecnológicamente de su época. Un ejército de planificadores, arquitectos, ingenieros y especialistas en armamento concibió algunos de los obstáculos más ingeniosos jamás ideados para frustrar a un enemigo.
Las posiciones más avanzadas, una hilera de pequeños puestos exteriores conocidos como maisons fortes, se establecieron directamente a lo largo de la frontera.
En caso de que se detectara al enemigo aproximándose en masa, los ocupantes de estos puestos de vigilancia darían la alarma, entablarían una acción de retraso, derribarían puentes cercanos y colocarían obstáculos en los cruces de caminos antes de retirarse.
Detrás de esta línea avanzada, a unos dos o tres kilómetros de retaguardia, se disponía una serie de casamatas de dos niveles, equipadas con armamento de pequeño calibre, principalmente cañones antitanques y ametralladoras. Estas posiciones se situaban a aproximadamente 1200 metros de altura.
Las casamatas presentaban una variedad de diseños y funciones. La mayoría estaban construidas en la ladera de las montañas, de modo que, desde el frente, prácticamente nada era visible. Las torretas se asemejaban a enormes sombreros de acero en forma de hongo, en los que se alojaban observadores, ametralladoras, morteros o cañones antitanque. Los muros de hormigón tenían un grosor que oscilaba entre 100 y 240 centímetros.
La entrada, ubicada en la parte trasera de la casamata, se encontraba más expuesta, aunque también se disponían aberturas, y una pesada puerta de acero se situaba al otro lado de un puente retráctil que abarcaba un foso.
Los alojamientos para las guarniciones, que podían ser de 12 a 60 hombres, se encontraban en el nivel inferior de las casamatas, diseñadas para ser autosuficientes. Un generador diésel suministraba energía y luz; contaba con un sistema de aire acondicionado y ventilación, un pozo con bomba de agua y almacenes llenos de alimentos y municiones. Algunas casamatas estaban conectadas mediante túneles subterráneos con las adyacentes. adelante y entre ellas, se disponían tramos de rieles de acero fijados verticalmente en el hormigón para funcionar como trampas antitanques y, en ciertos lugares, se excavaron profundas zanjas para detener a los mecanizados enemigos o canalizarlos hacia zonas letales.
A unos cinco kilómetros detrás de las casamatas se encontraban los verdaderos "colmillos" de la Línea Maginot francesa: los Ouvrages, o fortificaciones, que se dividían en dos clasificaciones principales según el tamaño de su guarnición y su armamento. Las fortalezas de infantería se denominaban Petit ouvrages (pequeñas fortalezas), mientras que las fortificaciones más imponentes, con mayor capacidad de artillería, se conocían como Gros ouvrages. Cada grosor contaba con dos entradas: una para el personal y otra para municiones y suministros, a veces situadas hasta a dos kilómetros de retaguardia y accesibles mediante un tren eléctrico subterráneo.
La Línea Alpina o Pequeña Línea Maginot (Petite Ligne Maginot) era la sección de la Línea Maginot que defendía la parte sureste de Francia. A diferencia de la línea principal en la parte noreste de Francia, la Línea Alpina atravesaba una región más montañosa, la de los Alpes Marítimos, los Alpes Cocios y los Alpes Grayos, con pocos sitios adecuados para el paso de ejércitos invasores.
En consecuencia, de la dificultad del terreno, las fortificaciones solían ser de menor escala que las fortificaciones de la línea principal.
La línea Alpina contaba con menos cañones antitanques, ya que el terreno era en su mayoría inadecuado para el uso de tanques, priorizando el uso de artillería y nidos de ametralladoras para bloquear los valles.
En diciembre de 1939, la mayoría de las tropas móviles habían sido retiradas del Ejército de los Alpes, se habían trasladado al Norte, al frente principal contra Alemania, y su Estado Mayor General (los altos mandos) se había reducido casi en su totalidad. Olry se quedó con tres divisiones alpinas, algunos batallones alpinos, las semi brigadas de las fortalezas alpinas y dos semi brigadas de cazadores alpinos.
Solo 85.000 hombres estaban estacionados en la frontera: 81.000 en 46 batallones enfrentados hacia Italia, apoyados por 65 grupos de artillería, y 4.500 se apostaron contra Suiza, apoyados por tres grupos de artillería. El Ejército de los Alpes también contaba con 86 secciones de esquiadores-observadores (SES), pelotones de 35 a 40 hombres.
En caso de necesitar reforzar una sección, sólo la brigada de tanques 514° del teniente coronel Flamante, compuesta por 63 tanques Renault FT-17, quedaba a disposición de Orly.
Los Chasseurs Alpins, conocidos popularmente como los Diablos Azules
“Diables Bleus”, representaban la élite de la infantería de montaña. Organizados en batallones de 500 a 1000 hombres, (estos soldados se distinguían por su excepcional capacidad para operar en condiciones hostiles de alta montaña, dominando el esquí, la escalada y el combate)
Tras la tragedia de la Gran Guerra que diezmó a muchas de sus tropas experimentadas, las unidades alpinas tuvieron que buscar renovarse durante los años de” entreguerra”.
Los avances en técnica de montaña, la nueva amenaza que suponía la Italia de Mussolini en la frontera y la necesidad de mejorar el valor operativo de las unidades alpinas dieron lugar a importantes innovaciones, cuyo principal impulsor fue el general Dosse, comandante de la 14° región. Además, cambios en el uniforme y equipamiento llegaron de la mano del capitán
Pourchier, tomando diferentes principios para realizar un nuevo equipo ligero y moderno.
Durante mucho tiempo, los oficiales alpinos, que debían inculcar su “saber hacer” a las tropas, no tuvieron más recurso que formarse en la montaña y aprender los fundamentos del alpinismo de sus subordinados, que usualmente eran montañistas por naturaleza.
Para compensar esta deficiencia, en 1932 se creó la Escuela de Alta Montaña de Chamonix, cuya vocación era tanto formar a los aspirantes a oficiales desde un punto de vista técnico y táctico, como participar en la realización de ejercicios específicos adaptados al combate en montaña. El mando de esta escuela fue confiado al ya mencionado capitán Marcel Pourchier, gran figura de las tropas de montaña, muy implicado en la Resistencia, tanto que, moriría en un campo de concentración en Struthof en 1944.
Complementando la defensa móvil de los alpinos, las Tropas de Fortaleza (Soldats de Forteresse) se encargaban de ocupar las posiciones fijas a lo largo de la extensión alpina de la Línea Maginot. Estas unidades vivían acuarteladas bajo tierra, debajo de las fortalezas, ocupando las ouvrages, casamatas, y bunkers del frente, tripulando los sistemas defensivos pesados destinados a frenar cualquier avance enemigo.
A pesar de las numerosas incomodidades, la vida bajo tierra no era tan insoportable. Grandes cocinas y comedores alimentaban a las tropas, y hospitales bien equipados junto a servicios odontológicos atendían sus necesidades médicas. Había dormitorios, baños, áreas de almacenamiento de vino, una cantina, un mortuorio, una planta de energía de emergencia e incluso celdas de prisioneros. El transporte de personal, alimentos y municiones a todas las partes de los extensos túneles de hormigón se realizaba mediante el tren eléctrico. Para el entretenimiento, a los soldados se les proyectaban películas regularmente. Para evitar que se creen problemas de salud asociados a la deficiencia de vitamina D, se organizaban sesiones regulares en habitaciones preparadas con lámparas solares.
Por último, las Sección Des Éclaireurs-Skieurs (SES) eran las unidades de reconocimiento especializadas, entrenadas en esquí y navegación en condiciones nevadas. Su agilidad y capacidad para operar en la nieve les permitían recabar información vital, retrasar el avance enemigo y guiar a las fuerzas principales a través de la compleja topografía alpina.
Las secciones están compuestas por la élite seleccionada de las tropas de montaña, formadas por tres grupos de 12 hombres, de los cuales 6 están al mando. Todos ellos deben ser esquiadores expertos y familiarizados con el teatro montañoso donde opera la sección.
A principios de 1940, la ambición expansionista de Benito Mussolini y la oportunidad aparente por el golpe crítico asestado por los alemanes a Francia, impulsó a Italia a ordenar una ofensiva en el frente alpino.
Con esta orden, se movilizaron poco más de 500.000 tropas, infantería y mecanizados, como también la afamada infantería de montaña Alpini, destinadas a avanzar por los escarpados pasos montañosos, aunque la tenacidad del frente sur demostró ser mucho más real de lo que el dictador había anticipado.
Finalmente, en la frontera francesa se concentraron unos 300.000 hombres, en 18 divisiones de infantería y cuatro divisiones alpinas, conformando el Grupo de Ejércitos Oeste.
Se desplegaron defensivamente, principalmente en la entrada de los valles y con su artillería preparada para atacar objetivos dentro de la frontera en caso de una invasión, pero no estaban preparadas para atacar fortificaciones francesas.
Se pusieron a disposición diez divisiones móviles, el Ejército del Po. Sin embargo, la mayoría de esas últimas divisiones todavía estaban en proceso de movilización y aún no estaban listas para la batalla.
Después del anuncio de guerra en Italia, ambos países rápidamente pusieron sus ejércitos en movimiento.
Francia buscó replegar a los civiles de la frontera, mientras que Italia amasaba ejércitos con mucha cautela.
La actitud defensiva del ejército italiano cambió con el colapso del gobierno francés de Paul Reynaud, el 15 de junio. Dado que se suponía que el sucesor de Raynaud, el general Pétain (un famoso héroe de la Gran Guerra), estaba a favor de un entendimiento con Alemania, Mussolini creyó que era imperativo que los italianos avanzaran a tomar objetivos antes de que se pudiera firmar un armisticio.
El Estado Mayor Supremo transformó así la orden de Mussolini en dos directivas:
la primera, que permitía las incursiones italianas en territorio francés, mientras que la segunda derogaba el plan de operaciones defensivas entonces vigente y ordenaba al grupo de ejércitos prepararse para aprovechar el posible colapso del Ejército de los Alpes.
El 17 de junio, desastrosas noticias llegan al ejército francés. Pétain anunció en una proclama a la nación:
"Con gran pesar les digo hoy que debemos dejar de luchar. Anoche me dirigí al adversario para preguntarle si está dispuesto a buscar conmigo, como soldados, después de la batalla y en forma honrosa, los medios para poner fin a las hostilidades".
Esto avivó la creencia entre los italianos de que el Ejército Francés de los Alpes estaba a punto de disolverse, si no estaba ya en proceso de un colapso.
El Estado Mayor Supremo también creyó que el rápido avance alemán en el valle del Ródano obligaría a los franceses a comenzar a evacuar sus fuertes alpinos para evitar ser embolsados.
En las órdenes a sus tropas del 18 de junio, el general Paolo Micheletti de la 1° División Alpina "Taurinense" advirtió que "no se puede anticipar una fuerte resistencia, debido a la debilitada moral francesa”.
Mussolini viaja a Múnich para hablar con su aliado, él piensa que viene a barrer lo que queda del enemigo. Exige territorios franceses, desde los Alpes hasta el Ródano, incluyendo también Niza, Saboya, Córcega, Túnez, y Yibuti.
Pero Hitler tenía otros planes en mente, y para sus planes de conquista, su campaña occidental debía terminar inmediatamente, y evitar que Francia siga una guerra desde el extranjero, junto a Gran Bretaña ”... Si Italia quería territorios, debía tomarlos por las armas”...
El general Roatta escribió al Grupo de Ejércitos Oeste que: “...podría ser que haya tropas francesas en las fortificaciones, pero es probable que las tropas móviles, situadas en la retaguardia, ya estén en retirada".
Estas falsas creencias sobre la retirada no llegaron a los comandantes del frente, pero la creencia en la baja moral francesa era fuerte.
Así, cuando comenzó la ofensiva principal, los italianos, dirigidos por oficiales demasiado confiados, avanzaron en columnas ordenadas hacia el alcance de los fuertes franceses.
A las 20:50 horas, Roatta envió una directiva para "emprender pequeñas operaciones ofensivas inmediatamente y entrar en contacto con el enemigo en todas partes, hostigando a las fuerzas enemigas lo más duramente posible".
La ofensiva principal debía comenzar lo antes posible y no más tarde del 23 de junio". En la mañana del 20 de junio, Mussolini le dijo a Badoglio que comenzara la ofensiva inmediatamente a la mañana del día siguiente, declarando : "no quiero sufrir la vergüenza de que los alemanes nos transmitan que ocuparon Niza" y se ordenó atacar a todas las fuerzas a lo largo de todo el frente,” penetrando lo más profundamente posible el territorio francés".
Ese mismo día, los cañones del fuerte italiano Mont Chaberton, apodado "Acorazado en las nubes" (cuirassé des nuages) por los franceses, apuntaron al ouvrage francés Janus.
Esta posición francesa no pudo dirigir su batería de seis cañones hacia la posición italiana y devolver el fuego.
Gracias al fuego de apoyo del fuerte italiano, las tropas invasoras pudieron avanzar y capturar el pueblo de Montgenèvre. A pesar de que los italianos dejaron en jaque la artillería francesa, no se lograron más avances en el sector de Briançon, ya que los franceses pudieron mantener la línea.
En un período de tres días, los franceses lograron silenciar seis de las ocho torretas blindadas del fuerte italiano con solo 57 disparos.
Las dos torretas restantes, ocultas por una espesa niebla, continuaron disparando sin éxito hasta el armisticio.
Chaberton se abandonó y el fuerte nunca más vio acción. Al final de la guerra quedarían del lado francés, declarándose monumentos históricos en 2021.
…”El 2.º Batallón, que descendía por el Pequeño Cerro Cenis, había superado una débil resistencia y se encontró con la columna central. Algunos pequeños grupos se quedaron atrás para realizar operaciones de limpieza (aniquilar fuerzas restantes que hayan quedado relegadas) mientras el grueso de la columna continuaba su avance hacia Bramans. Todos los batallones de Cagliari se encontraron en una capilla situada en las afueras de Bramans y tras eliminar las fortificaciones de campaña francesas con artillería, tomaron la ciudad al final del primer día.
El batallón Val Cenischia no encontró resistencia al cruzar el Col dÉtache y el Col de Bramanette y emergió por la retaguardia del Fort Balme.
Las fortificaciones serían tomadas el 23 de junio por la División Cagliari, pero los fuertes que había frente a Modane (Fort Saint-Gobain en Villarodin y la barrera de Fuertes de l'Esseillon) eran mucho más fuertes.
Una sección de SES tuvo la tarea de defender el paso del Col de l'Enclave, que el enemigo intentaba cruzar en cantidad. La sección resistió de forma heroica bajo el liderazgo de su comandante, el Teniente Bulle, quien no dudó en descender en rápel por una cresta para posicionarse en una zona plana lo más cerca posible de las columnas italianas y poder ametrallarlos.
Mientras tanto, había llegado la orden de retirarse, pero el SES se encontraba rodeado. Durante la noche del 22, Bulle, solo, reconoció la única cresta que permitiría evacuar a sus hombres y, a continuación, organizó su descenso, evacuándolos uno a uno”.
“...Un mes después de que comenzara la invasión alemana, todas las defensas francesas al norte de París habían sido traspasadas. La guerra relámpago demandaba movilidad, y las fortalezas quedaron engullidas atrás del frente enemigo, donde se rodeaban y buscaban por debilidades para ser destruidas.
Con sus valientes defensores dentro, lejos estaba un final feliz para las tropas de fortaleza. Sin sus tropas móviles, los defensores podían ver a través de sus rendijas de tiro cómo los alemanes eliminaban 1 a 1 las fortalezas y bunkers aislados. Con artillería pesada, granadas, lanzallamas, bombarderos y asaltos, los franceses eran cazados como ratas en el laberinto de pequeñas fortalezas que no podían defenderse por sí solas…”
Después de arduas negociaciones, Alemania firma un armisticio con Francia. Este armisticio se firmó exactamente en el mismo lugar que en 1918, en el mismo vagón de tren de Rethondes.
Este tratado sólo entraría en efecto después de un armisticio de Francia con Italia. Por lo tanto, el ejército alemán seguiría descendiendo por el país, tomando cuanto terreno pudiera antes de que terminara la guerra definitivamente.
Los mecanizados alemanes entraron sin resistencia sobre Lyon. El 16° panzer korps alemán recibe la orden de avanzar sobre Grenoble y Chambery.
Este ataque cortaría cualquier oportunidad de abastecimiento y retirada de las asediadas tropas alpinas.
“...El general Olry está solo. Pero convierte su situación en beneficio. Ya que no puede retirar muchas tropas del frente italiano, busca en sus reservas y arma un ejército improvisado.
Utiliza las reservas de la retaguardia. Sus defensas en este frente son una amalgama de tropas coloniales, reservistas muy jóvenes o de más de 40 años, toma también marinos de Toulon, y soldados que escaparon del norte con los alemanes a sus espaldas.
Este grupo de 30.000 soldados dista de un ejército profesional, pero tendrá que ser suficiente.
Las tropas de montaña que apoyan este frente harían una hazaña que detendría en seco al ejército alemán. Olry pone al General Cartier frente a este nuevo ejército y le pide que utilice todos sus recursos disponibles para detener a las fuerzas alemanas.
Se dinamitan todos los puentes a Grenoble y Chambery, pero falla la demolición de uno, por donde el avance enemigo toma fuerza.
Los montañeses solo tienen 4 cañones de artillería, de 65 y 75 mm, por lo que les piden a los marinos de Toulon, que traigan cañones de algún barco, y así se hizo. Instalan estos cañones con concreto, y rezan que “seque” antes de la ofensiva alemana.
El 23 de junio, las fuerzas de Hoppner avanzan, pero sorprendidos, se ven repelidos. Por otro lado, los italianos capturan Mentón en los Alpes Marítimos, ayudados por el pésimo clima. Solo el fuerte del Puente Saint-Louis quedaría luchando contra la división Cosseria.
Ese mismo día se firmó el armisticio con Italia, entrando en efecto la medianoche del 24. Agotados y con bajas, los italianos solo tienen 24 hs para ocupar todo el territorio posible, por lo que en todo el frente se continúa la ofensiva.
En Queyras, un grupo de 4 cazadores alpinos, acompañados por un oficial de gendarmería y otro de guardiamarina, se infiltraron en las líneas italianas, tomando 52 prisioneros, incluyendo un capitán y 2 tenientes.
El 24 de junio los alemanes vuelven a embestir las defensas, convencidos de que cederían. Lo que no saben, es que por la noche los franceses subieron al puesto más alto, el Bec de l'Échaillon, un cañón pesado de 155 mm “GPF Grand Puissance Filloux”.
Con la vista total a la llanura, los artilleros franceses tenían al oponente a su merced. El avance se detendría en este lugar, gracias a la artillería de montaña, respaldado por 2 líneas defensivas, improvisadas por las tropas que mencionamos anteriormente…”
“...En la medianoche del 24 de junio, entran en efecto los armisticios acordados. Para los alemanes significa que ocuparán el norte del país hasta la línea de demarcación. A los italianos, sin poder haber completado sus objetivos, les toca ocupar solo la línea de fortificaciones y Menton. Los franceses tienen 10 días para desmilitarizar la zona.
El 25 de junio, los hombres del fuerte del puente Saint Louis son obligados a emerger de la fortaleza. Los italianos se sorprenden, y entre susurros, los oficiales comentan: “solo había 9 franceses dentro…”
“...Como las tropas del Frente Alpino no son prisioneros, se les permite salir de la zona con sus armas y equipamiento.
Después de cerrar las puertas de sus inquebrantables fortalezas, marchan hacia cuarteles para ser desmovilizados. La primera fortaleza que hizo contacto con el enemigo, es tomada por los invasores. La bandera italiana ondea en la fortaleza, que no fue tomada por las armas.
Por su entrada marchan los 70 defensores a cargo del subteniente Henri Dessertaux, con sus armas y frentes en alto. Al abandonar la fortaleza, el enemigo les rinde honor, una pequeña consolación para hombres que soportaron fuego pesado por casi 10 días sin rendirse…”
Ejército |
Bajas totales |
muertos |
heridos |
prisioneros |
desaparecidos |
Víctimas de congelación |
Francés | 340 - 460 | 40 | 50 - 66 | 150 | 100 - 150 | — |
Italiano | 6,038 | 640 | 2,631 | — | 616 | 2,151 |
El 26 de junio de 1940, el general Olry escribe a sus tropas un sentido mensaje de agradecimiento:
“En el momento en que cesen las hostilidades, agradezco a las tropas del Ejército de los Alpes por el esfuerzo que se les encomendó. Todos dieron mucho más de lo que su estricta misión requería. Todos nos hemos mantenido en contra de fuerzas superiores cuyo avance fue limitado por hombres a pie. Los que lograron eso tienen derecho a estar orgullosos de ellos”.
Para algunos la guerra terminó, pero estos hombres victoriosos, que defendían no sólo su país sino su hogar que podían ver desde las fortalezas alpinas, desistieron de vivir bajo un nuevo régimen colaboracionista.
Muchos de los Chasseur Alpin se convertirían en partisanos, siendo parte de operaciones clandestinas hasta 1945, donde una segunda batalla de los Alpes recuperaría el terreno perdido.
Durante el resto de la guerra, otros cazadores prefirieron ser parte de la Jeunesse et Montagne, una organización del tipo scout/castrense que buscaba enseñar a los jóvenes la vida de montaña, alejándolos de la guerra.
Uno de los líderes de esta organización se convertiría en una figura muy importante, Lionel Terray.
Lionel participó en la guerra con la famosa Compañía Stéphane desde noviembre de 1943 hasta agosto de 1944 bajo las órdenes de Germain Navizet, jefe del grupo.
Esta unidad de alta montaña estaba dirigida por los mejores alpinistas y esquiadores de la época, entre ellos Lionel Terray y los antiguos dirigentes de la organización Jeunesse et Montagne.
En junio de 1940, en los Alpes, mientras Francia se hundía en caos, mientras la población francesa colmaba las rutas para huir, y los ejércitos se disolvían, las tropas alpinas no renunciaron a nada … ni tierra, ni honor.
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