Este cerro con 4017 metros de altura, estuvo 11 años sin cumbres registradas.Para llegar hubo que planificar una logística de aproximación desde Malargüe por el camino Querqueque, utilizado por los puesteros de la zona, con un vehículo 4x4
Integrantes: Pedro L. Szigueti, Agustín Zarco, Lucas Sbriglio y Juan Carus, de la ciudad de Azul.
Luego de haber ascendido el cerro Torrecillas de Malargüe en la provincia de Mendoza, nos quedó una imagen grabada a fuego hacia el Oeste, un cerro con varias cumbres que se veía muy imponente y nos llamó a averiguar sobre él.
Inmediatamente después de indagar en varias páginas y consultar antiguos mapas del ex IGM (Instituto Geográfico Militar) de esos que todos los montañistas que comenzamos en la era analógica tenemos por ahí, dábamos finalmente con su nombre…. Cerro Pucheuque.
Al no haber más información que ese nombre sobre un mapa donde coincidían las coordenadas observadas, nos dispusimos a diagramar dos alternativas diferentes de ascenso que podría tener la montaña.
El Instituto nace en 1879 bajo el nombre de Oficina Topográfica Militar, dentro de la esfera del Ejército Argentino, en un contexto de consolidación del Estado-Nación y ampliación de sus fronteras, como reflejo de la necesidad de afirmación de las pretensiones soberanas del Estado emergente durante las campañas de conquista de las tierras patagónicas y los litigios de la Puna y Patagonia con la República de Chile.
En 1901, a partir de un proceso de reorganización, adoptó el nombre de Instituto Geográfico Militar (IGM), que mantuvo hasta 2009 y en ese entonces, mediante el Decreto Nacional 554, el organismo pasó a la esfera civil, adoptando el nombre actual de Instituto Geográfico Nacional.
Las coordenadas nos indicaban 35°27'5.32" S y 70° 4'24.96" O en su cumbre y a partir de aquí comienza una de las etapas más lindas de las expediciones cordilleranas…. Su preparación.
El grupo expedicionario quedó compuesto por : Pedro L. Szigueti, Agustín Zarco, Lucas Sbriglio y Juan, de la ciudad de Azul.
Para el ascenso teníamos dos alternativas una era desde El portezuelo Carqueque, más alto pero sin agua para acampar el día anterior y sin reparo para el viento o bien, bajar el portezuelo en vehículo y aproximarnos por la huella de un puesto, pero acamparíamos a 2400 metros de altura, lo que nos daría una jornada de cumbre de más de 1500 metros de desnivel. Optamos por la segunda opción.
Video 1: Subida por el camino de Carqueque con granizo
Video 2: Bajada desde el Portezuelo Carqueque
Video 3: Campamento base del cerro Pucheuque.
Video 4: filo del cerro Pucheuque
Video 5: Cumbre del Cerro Pucheuque
Ya con dos alternativas de rutas solo nos restaba esperar la llegada de Juan quien venía triunfante desde los Ansilta sanjuaninos y por lo tanto aclimatado y listo para una nueva aventura.
Una vez llegado el oriundo de la ciudad de Azul y realizados los respectivos recibimientos con vino tinto y algún plato cuyano, nos dispusimos a viajar a Malargüe al día siguiente.
El nombre Malargüe combina las voces mapuches "malal" que significa "corral", y "hue", que es "lugar", es decir "lugar de corrales", deformado y castellanizado como Malargüe, dista de unos 350 kms de la ciudad de Mendoza y aquí estaba la última posibilidad de reaprovisionamiento por lo que cargamos combustible y compramos algún que otro menester.
Una vez reaprovisionados desde Malargüe tomamos el camino Querqueque
Que es un camino de trashumancia utilizado por los puesteros de la zona que une la villa de Malargüe con el Valle Noble de la ruta 226 que conduce al paso internacional “el Planchón” o “Vergara” a los pies del volcán Peteroa y uno de los pasos utilizados por el general San Martín en la gesta libertadora.
La trashumancia es una práctica habitual de los crianceros del sur mendocino y norte neuquino que llevan a sus majadas caprinas a pastar en los valles cordilleranos en verano y así aprovechar de las pasturas que se nutrieron de las nevadas de invierno. Aquí los puesteros llevan todos los días a pastar a diferentes lugares sus grandes rebaños de animales logrando así generar una buena reserva grasa para pasar el invierno, una excelente lactancia para las cabras que están en parición y la concentración de las pariciones en una sola época del año (cercana a las fiestas de fin de año) coincidente con la mayor demanda de cabritos.
Transitando este camino rumbo Oeste se llega a un cruce que lleva directo a la mina de yeso “La Valenciana” o bien a la derecha el camino Querqueque asciende hasta llegar al portezuelo homónimo y una de nuestras posibles alternativas para el ascenso.
El camino se encontraba en mal estado y las lluvias que se habían venido presentado generaron cárcavas peligrosas y desprendimientos de rocas que hacen muy complicado su tránsito, sumado a esto una tormenta de granizo nos dio un buen susto y nos dejó el camino en peor estado.
Habiendo llegado al Portezuelo Carqueque vemos por primera vez la cumbre del cerro Pucheuque y nos preocupamos por la persistencia de un gran nevero previo a la cumbre dado que no habíamos llevado equipo para tránsito en terreno de nieve o hielo por lo que, si llegábamos al lugar y nos encontrábamos con una pasada de nieve con hielo a esa altura y con esa pendiente ¡ allí se acabaría nuestro ascenso! Dado que deberíamos ser prudentes y condescendientes con nuestra manera de ver el montañismo donde la cumbre no es ni por asomo lo más importante en nuestras expediciones.
Bajamos desde el portezuelo hacia el otro lado perdiendo altura poco a poco lo que nos desmoralizaba porque sabíamos que la ruta elegida sería dura por el gran desnivel, una vez alcanzado el punto donde se bifurca la huella tomamos rumbo al puesto ganadero a los pies del cerro que ansiábamos subir, para acampar.
Casi sin sobresaltos y realizando unas mínimas maniobras de 4x4 llegamos al sitio en donde dispusimos nuestro campamento.
El agua venía muy turbia por lo que nos dirigimos al puesto ganadero para presentarnos, pedir el” permiso” correspondiente y al costado de un fogón comenzaron las historias.
Nos encontramos con la familia Augurto, gente de campo, habitantes históricos de Malargüe que alquilan esos pastajes para sus veranadas a los propietarios malayos de Las Leñas (Nieves de Mendoza S.A.), dueños de gran parte de los valles cordilleranos de esas latitudes, a quienes, durante la presidencia del justicialista Eduardo Duhalde se les concedió la adquisición del 97% del complejo Las Leñas con tierras limítrofes con Chile.
Con Rubén y su hijo Raúl nos propusimos que después de nuestro intento a la montaña los visitaríamos en el puesto y llevaríamos carne, vinito y algo más para compartir un rico asadito y disfrutar de una linda charla de fogón, dado que ahora debíamos volver a nuestro campamento para comer e irnos a dormir y así salir temprano en la mañana siguiente a nuestro intento de cumbre.
Luego de comer y dormir a la mañana siguiente nos despertaba la claridad con el sol pegando sobre el cerro Campanario que nos quedaba al Sur Oeste y por encima de nuestras cabezas emergía el hermoso Pucheuque.
Comenzamos a las 08:00 de la mañana nuestro ascenso que tendría más de 1400 metros de desnivel positivo y cerca de 14 km de recorrido entre ida y vuelta por lo que sabíamos que sería una jornada exigente.
El ascenso tiene un comienzo muy suave y ameno, también nos ofrece agua previa a que la pendiente cambie por lo que repusimos nuestros envases de hidratación y comenzamos a trepar lentamente.
El ascenso es paulatino y amable, aunque la pendiente haga que las piernas pidan descansos cortos, cada vez que uno detiene su marcha y voltea a ver el camino recorrido aparecen nuevos paisajes, nuevas montañas y la luz avanza hacia el oeste.
Entre las piedras comenzamos a ver fósiles que nos llaman la atención por la perfección con lo que los encontramos y aquí nuestra imaginación vuela cuando pensamos que todo lo que vemos en algún momento estuvo debajo del mar.
La Cordillera de los Andes se formó al final de la era Mesozoica, a finales del Cretácico, por el movimiento de la convergencia de la placa oceánica de Nazca debajo de la porción continental de la placa sudamericana.
Este proceso de placas tectónicas generó movimientos orogénicos (horizontales) y epirogénicos (verticales) que elevaron y plegaron las rocas sedimentarias, las cuales en los periodos anteriores al cretácico estuvieron por debajo del nivel del mar Hoy, estas rocas y bloques sedimentarios que contienen fósiles marinos componen lo que es la Cordillera de los Andes
Los fósiles representan testimonios magníficos e irreproducibles que revelan el pasado de nuestro planeta; estudiándolos se puede reconstruir la biodiversidad del pasado, por ello la importancia de los hallazgos y su conservación.
Los fósiles que encontramos con mayor frecuencia son los ammonoideos, o más conocidos comúnmente como amonites, son una subclase de moluscos cefalópodos hoy extintos (están relacionados con otros cefalópodos modernos como calamares, pulpos y sepias) y que existieron en los mares desde el Devónico Medio hasta finales del Cretácico.
Durante su larguísima historia, se puede destacar que sobrevivieron a tres extinciones masivas, en particular a la extinción del Pérmico, provocada por un calentamiento global originada por la actividad volcánica hace unos 252 millones de años, y que mató al 96% de las especies marinas del planeta.
Si bien muchas clases de amonites se extinguieron en ese evento, los estudios científicos revelan que los sobrevivientes se diversificaron explosivamente en el millón de años que siguió.
Se estima que estuvieron presentes en los mares hasta que fueron aniquilados por completo por el mismo cataclismo que acabó con los dinosaurios no aviares hace unos 66 millones de años ya que no pudieron sobrevivir a las secuelas debido a la repentina disminución de su principal fuente de alimento: el plancton marino.
Sus conchas se usan en la actualidad como fósiles indicadores, lo que significa que pueden ayudar a encontrar otros fósiles que se encuentran en la misma capa de roca marina. Asimismo, revelan información sobre climas antiguos, ya que los sitios donde se desentierran deben haber estado alguna vez cubiertos por mares arcaicos.
Mirando fósiles poco a poco llegábamos al portezuelo que nos llevaría a la base de la pared del cerro que veníamos a ascender por lo que la primera parada con descanso fue en este preciso lugar donde ahora las preocupaciones por la subida eran dos, el nevero antes de la cumbre y la pendiente del ascenso, dado que esta se veía demasiado inclinada.
Durante el trayecto nos encontramos con la sorpresa de ver muchísimas tunduqueras (cuevas ) de Tunduques, un roedor de la familia Ctenomyidae y varios tipos de reptiles de la familia de los Lagartos que nos cuesta reconocer.
Nos propusimos llegar hasta la base de la pared y allí estudiar las probabilidades de que la pudiésemos realizar por lo que disminuimos la marcha y disfrutamos mucho tanto de las observaciones geológicas como de los paisajes hasta llegar al punto que nos habíamos propuesto.
Ya en la base haciendo un llamado por radio Pedro me comunica que no seguirá ascendiendo por lo que decido encarar hacia arriba dado que tanto Juan como Agustín también lo harían.
La pendiente es muy abrupta y el terreno muy suelto, pero poco a poco podemos avanzar hacia arriba.
Juan comienza a acercarse y avanzamos a paso lento y constante hasta alcanzar el filo que nos regala unas vistas increíbles con abruptos precipicios hacia el este.
Avanzamos acercándonos al tan temido nevero que nos asustaba desde abajo hasta llegar a su comienzo, por suerte si bien tenía mucha pendiente no se habían formado grandes penitentes y su consistencia era sólida, así es que nos permitió atravesarlo poco a poco y con mucha precaución.
Ya la cumbre estaba cerca y a nuestra vista, pero el ascenso se hacía muy duro porque era un terreno suelto, pero además con la humedad que le dejaba su previa cobertura de nieve, lo que lo hace muy pesado de transitar sobre todo en ascenso.
Tras visitar una falsa cumbre para divisar bien el último paso sólo nos quedaba llegar a la cumbre principal.
Llegamos con Juan a las 14:00 hs., luego de 6 horas de marcha.
Las vistas hacia todos los puntos cardinales son increíbles,maravillosas… Las lagunas de Llancanelo y la Payunia y los cerros Domuyo y Campanario al Sur, Descabezados, Azufre, Peteroa y Planchón al Oeste, Catedral Leñas, Serrucho, Risco Plateado y Sondeado al Norte, hacia donde uno mira hay hermosas montañas que invitan a soñar nuevas aventuras.
Agustín se comunica por radio y nos pide que lo esperemos en la cumbre así es que nos pusimos a rearmar una torreta cumbrera donde apareció un comprobante de 11 años atrás en el 2014, luego el malargüino Franco González Abinet nos contaría que él lo había ascendido junto con Alejandro Suppicich en el 2016.
Asimismo una cumbre tan bella con tantos años sin ascensos nos indica que estamos haciendo el montañismo que nos gusta que nos es más que aquel que se aleja del deportivo y se adentra en el terreno del descubrimiento, la planificación, la observación y finalmente la realización de lo que uno sueña recorrer.
A las 15:00 h. llegaba Agustín a la cumbre. Nos damos el abrazo pertinente y bajamos rápido porque unas nubes amenazan con tormenta. Más abajo, ya en terreno con menos pendiente, nos reencontramos con Pedro, comemos algo y bajamos lo más rápido que podemos porque el agua dejó de ser una amenaza para convertirse en un problema.
Los rayos, truenos y agua cada vez son más fuertes y la presencia de una tormenta eléctrica con tres personas caminando con bastones metálicos no es una buena combinación, la preocupación por atraer rayos se nos profundiza con cada trueno aunque para esto hay una técnica que nos permite calcular aproximadamente la distancia a la que se encuentra la tormenta, la misma consiste en contar los segundos que transcurren desde el avistaje de un rayo hasta el sonido del trueno y esa cantidad de segundos dividirla por tres, lo que si bien no es exacto al menos nos aproxima para saber qué tanta distancia en kilómetros hay hasta foco de la tormenta.
Ya el agua cae con una insistencia que nos moja absolutamente enteros, pero no es suficiente para doblegar nuestro espíritu y las ganas de llegar al puesto para cumplir con nuestra promesa del asado y el vino que le hicimos a la Familia Agurto.
Totalmente mojados,, pero con la alegría de la cumbre, pasamos por nuestro campamento a buscar los elementos y seguimos hasta el puesto de Raúl y Rubén que nos esperaban con ricos mates calentitos y un fuego prometedor.
Hablar con estos personajes cordilleranos nos enriquece culturalmente, por sus charlas, escuchamos sus problemáticas con el arrendamiento de tierras para la veranada de los animales a la gente de Las Leñas, la falta de mano de obra rural y el ataque de predadores como el puma, esto último fue la que más nos interesó, dado que estamos en ese tema y por eso nos gustó escucharlos aunque en su relato se mezclan verdades crudas como la pérdida del esfuerzo de una temporada con la muerte de los cabritos en garras del puma con la fantasía, como el “ataque” de los cóndores, lo que nos hace recordar terribles casos como el acontecido en esta misma zona en 2018 donde murieron 34 Cóndores andinos (Vultur Gripus) envenenados en manos de puesteros queriendo matar un Puma (Felis Concolor) que les había predado parte de su ganado.
Los puesteros recurren a dos técnicas para “cuidar” su ganado. Espolvorean con insecticidas de uso agrícola, de la familia de los carbamatos (como Furadan o Temik) la osamenta de un chivo que carnearon previamente para este fin o bien envenenan los restos del cadáver que esconden los depredadores como el puma para volver en los días siguientes.
Los cóndores tienen un beneficio ecosistémico notable porque bajan al nivel del suelo en busca de la carroña. Cuando consumen un agrotóxico como este, que a su vez es insípido e inoloro el efecto es inmediato caminan dos pasos y mueren sin poder retomar vuelo.
Lejos de Juzgar intentamos interactuar tanto Agustín como biólogo y yo como veterinario dando alternativas y tratando de que las soluciones que se planteen a las problemáticas se alejen de la prepotencia contra el medioambiente, la ley y el resto de la sociedad civilizada y busquen las coexistencias de todos los actores que componen el medio ambiente.
Fogón, charlas, carne asada y vino bajo una intensa lluvia sellaban una jornada de montaña inmejorable, sólo restaba que la lluvia nos permitiera desandar el camino recorrido en camioneta que no era poco, pero sabíamos que podríamos lograrlo si dejábamos orear el terreno y no salíamos tan temprano al día siguiente. Este plan nos permitió extender la jornada hasta altas horas de la noche y recién volver a nuestro campamento cuando la lluvia cesaba.
Cuando nos íbamos volvimos a subir el portezuelo Carqueque y al mirar la montaña que habíamos ascendido el día anterior, nos sentimos muy felices. Aquí no podemos dejar de recordar la frase de George Mallory, uno de los mayores alpinistas de inicios del siglo pasado, quien cuando le preguntaron: …”¿Por qué sube montañas? respondió: “¿Por qué subo montañas?¡ Porque están ahí! “.
Mgtr. Vet Lucas Sbriglio
Consultor Ambiental, Logística de montaña, #pampamountain#
Centro cultural Argentino de Montaña 2023