Noticias y Novedades de Montaña del CCAM


Por Narciso de Dios
“La montaña es mi poesía”
Guido Rey
“El Alpinista es aquél que conduce su cuerpo allí donde un día sus ojos lo soñaron”
Gaston Reffubat
Para muchos montañeros decir que la montaña es vida es casi una obviedad. Sin embargo, muchos no dejan de ser conscientes también de la cara dura que puede mostrar en ocasiones. A pesar de ello, o por ello mismo, la montaña nos parece un mundo de magia… y el Montañismo es el arte que permite adentrarse con seguridad en ese mundo mágico. ¡Por eso es tan importante ser poseedor de una buena Cultura de la Seguridad!
¿Qué nos hace sentirnos seguros? ¿Por qué un escalador puede sentirse seguro en este lugar mientras que a otro le daría pánico?
El autor en la Vía Oeste de la Aguja Negra
de Los Galayos, Sierra de Gredos, Ávila-España.
Foto: Colección Narciso de Dios
Sin embargo, la Cultura de la Seguridad no es una cuestión que competa sólo a los Montañistas o a los escaladores de dificultad; es algo que atañe a todo aquél que se adentre en la montaña, independientemente del grado de dificultad que afrontemos en nuestras actividades… aún en las más sencillas. Sus enseñanzas, como participantes de cualquier actividad en la montaña, también serán practicables para la Naturaleza en general y para nuestra vida particular, porque lo que la Cultura de Seguridad nos proporciona es una visión activa y siempre crítica en nuestro comportamiento, en nuestras acciones, en nuestras decisiones, con el fin de hacer más seguros todos ellos. El resultado final será, por consiguiente, alcanzar una larga y satisfactoria vida en la práctica de nuestra pasión: subir montañas… y en llevar una vida más segura en todo momento.
Para conseguir nuestro propósito, en esta serie de cuatro de artículos te propongo, amigo lector, que te tomes tu tiempo para hacer una reflexión sobre las cuestiones planteadas. No me quedaré únicamente en señalar los aspectos o cuestiones desde el punto de vista teórico y académico, sino que, buscando tu implicación y esa reflexión, le daré un sentido práctico, señalando diversos ejemplos sobre las cuestiones planteadas. Sería tan imposible como difícil intentar hacer una relación exhaustiva del asunto; aquí señalaremos sólo unos pocos, quizá de los más importantes, y es tu reflexión la que debe llevarte a encontrar otros casos o situaciones que, sin duda, te ayudarán a mejorar esa Cultura de la Seguridad que nos haga disfrutar más y mejor de la montaña.
La montaña es fuente de vida y de grandes emociones. Por eso une tanto a los hombres.
Imágenes de escaladas invernales. Foto: Colección Narciso de Dios
Son tan admirables los paisajes y el entorno de la montaña… que es imposible salir ileso
de su sobrecogedora belleza. Y ello nos genera la necesidad de acudir a su llamada. Foto: Colección Narciso de Dios
“Quien siente la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, agujas y aristas, habrá quien las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué”
Josep Manuel Anglada
El Diccionario de la Lengua Española define Cultura como el “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Sobre la palabra Seguridad nos dice que es la “cualidad de lo seguro”; ahora tendremos que mirar qué nos dice sobre la palabra “seguro”: aquí hay varias acepciones, pero las que hacen al caso serían: “libre y exento de riesgo”, “que no falla o que tiene confianza” y también, “lugar o sitio libre de todo peligro”.
Resulta evidente, amigo lector, que estas definiciones no parecen ayudar mucho a nuestro propósito, por ello deberemos arriesgarnos a establecer nosotros una definición para centrar el concepto de Cultura de la Seguridad; ¡pues vamos al lío!:
La técnica es el mejor aliado para la Seguridad… y para disfrutar del entorno.
El autor en un viraje por salto en una fuerte pendiente en Pirineos, marzo de 2017. Foto: Colección Narciso de Dios
Hay montañas que su sola imagen suponen una provocación para el alpinista.
Escuchar su llamada nos provoca el sueño de su escalada. El Mont Blanc…
¡montaña con tanta carga histórica y simbólica. Foto: Colección Narciso de Dios
Por Cultura de Seguridad se entiende una serie de protocolos, conocimientos, actitudes y acciones que llevan a que una tarea está CASI libre de riesgos y de peligros”
Pero, ¿cómo que “casi”? Pues sí, empecemos señalando varias cuestiones trascendentales y que conviene diferenciar y entender para no caer en peligrosos errores: una cosa es el peligro y otra el riesgo. El riesgo, por mucho que trabajemos en minimizarlo, nunca será cero… ¡y entender y asumir este concepto es clave! Nuestro trabajo consistirá en reducir a mínimos asumibles. También conviene a nuestro propósito ser consciente de que la Seguridad es un concepto cambiante, es decir, que lo que hoy estimamos como un procedimiento o un material seguro, con el paso del tiempo y la mejora de la técnica y de los conocimientos, podría dejar de serlo… o, por mejor decir, podría ser aconsejable su no utilización. Una mirada crítica a la Historia del Montañismo, incluso a nuestra propia y particular historia, podría proporcionarnos estupendos ejemplos. Pero no me resisto a darte uno: el aseguramiento al hombro con la cuerda, o el “ocho”, o las viejas pesadas botas de cuero… hace años que cayeron en desuso a favor de los aseguradores tipo cesta o Gri-gri o de un calzado mucho más térmico y ligero.
¿La Seguridad es sólo cuestión de confianza y de falta de miedo? El autor en Julio de 1987
en el mítico Paso de Caballo del Pico Vallibierna, Pirineos-España. Foto: Colección Narciso de Dios
Seguridad en la montaña. Foto: www.montanasegura.com
Vistos los conceptos iniciales, vamos ahora a plantear nuevas cuestiones con respecto a la Seguridad: ¿qué nos hace sentirnos seguros?, ¿es a osadía… es la inconsciencia? ¿Cómo sentir el peligro y así anticiparnos a él?, ¿dónde debemos poner el límite en la asunción de riesgos? ¿Es sólo la técnica la que nos permite sentir seguridad en lugares peligrosos? ¿La rutina es un aliado de la seguridad? ¿es sólo cuestión de confianza? Muchas preguntas sobre las que ir reflexionando y a las que trataremos de ir dando respuesta. Pero, quizá, lo primero a señalar es que, en Seguridad, ¡no todo vale!, y que ciertos errores pueden pagarse con un alto precio. ¡Y no digamos ya hacia qué situaciones más nefastas puede llevarnos el desconocimiento! Un buen amigo y compañero de montañas y docencias desde hace muchos años, suele definir a los montañeros en dos categorías que, pese a su comicidad, no deja de tener su punto certero; según él, está el montañero por si acaso, aquél que suele llevar una mochila tan grande que por detrás no se le ven ni las piernas; en su interior se encuentra de todo… por si acaso se necesita. Parece evidente que este no es el método. El otro montañero al que hace referencia mi amigo es el ya te lo decía yo; persona generalmente pesimista y cuyas actitudes merman las potencialidades del grupo con sus negativos comentarios ante cualquier circunstancia adversa. Este tampoco parece el camino idóneo. Y ambos yerran en sus acciones y actitudes porque no todo vale para afrontar la montaña con seguridad.
Vamos ahora a estudiar diferentes conceptos, todos complementarios, que nos deben llevar a esa necesaria reflexión personal para así ir trabajando en la mejora de nuestra Cultura de la Seguridad:
La seguridad es un concepto cambiante. Sistema de aseguración del compañero de
escalada a principios de los años 70. Daniel Guirles asegura a Luiso Campos
mientras Pedrito Guiñales observa. Están en la apertura de una mítica de vía de escalada
en los riscos de La Pedriza (Madrid-España). Foto: Colección Narciso de Dios
¡Porque en la Seguridad NO todo vale! La imagen, a pesar de la sonrisa que provoca,
también debiera llevarnos a una reflexión. Foto: Colección Narciso de Dios
En nuestras actividades, bien en propia persona o bien en nuestro entorno, hemos sufrido accidentes e incidentes. ¿Acaso no son lo mismo? Pues no, son dos conceptos que conviene diferenciar… a pesar de que tengan connotaciones similares. En ambos casos ocurre un hecho, generalmente imprevisto, que nos coloca en riesgo; la diferencia está en que en el incidente no concurren consecuencias que afecten nuestra integridad, mientras que en el accidente sí, pudiendo ser estas de diversa gravedad.
Un ejemplo: caminamos bajo una cornisa de nieve y esta se rompe; en el incidente, los bloques caídos pasan a nuestro lado, mientras que en el accidente nos llegan a golpear. Si analizamos la cuestión con el espíritu crítico que conlleva la Cultura de la Seguridad, no haremos distinción entre que hubiera o no consecuencias en las personas, porque el hecho real es que estuvimos en un momento de riesgo incontrolado… ¡y del que debemos sacar conclusiones para que nunca más vuelva a suceder! Por ello, el análisis sereno y detallado de las circunstancias resulta imprescindible. Reflexionando sobre los incidentes sufridos con el ánimo de extraer conclusiones de los mismos, nos librará, con toda seguridad, de algún accidente… porque nos habremos anticipado a las circunstancias adversas.
Diferencia entre INCIDEENTE y ACCIDENTE… siempre un campo sobre el que reflexionar. Foto: Colección Narciso de Dios
Ambas cuestiones definen nuestro comportamiento. Por consiguiente, resulta sumamente importante analizarlas y diferenciarlas.
La aptitud es la capacidad de realizar una tarea, y principalmente se basa en algo de lo que hablaremos más tarde: la formación. La actitud tiene que ver con el cómo, es decir, con la postura con la que afrontamos una situación; aquí, nuestro espíritu siempre debería ser positivo y reflexivo. Es importante ser conscientes de que una actitud positiva suma y es beneficiosa para la actividad… y para nuestros compañeros. Sin embargo, una actitud negativa no sólo nos resta potencialidades individualmente, sino que influirá de mala manera en el comportamiento global del grupo y de sus integrantes. ¡Pero atención!, que la actitud equivocada por un exceso de confianza o por sobre-estimación pueden resultar muy peligrosas, para nosotros y para nuestro grupo. Evidentemente, y de ahí la dificultad, resulta necesario encontrar un equilibrio entre ambos extremos: poca o nula estimación y un exceso de ella. La prudencia puede ser una buena fuente de inspiración, buscando el necesario equilibrio.
Podríamos resumir este apartado señalando cuatro pilares que nos llevarán a alcanzar un cierto grado de competencia en la Cultura de la Seguridad; son estos:
● el saber – que tiene que ver con nuestros conocimientos… por lo que la formación será una estupenda herramienta (hablaremos más de ello después muy extendidamente)
● el saber hacer – que tiene ver con nuestras habilidades… por lo que el entrenamiento continuo, será otra estupenda herramienta que complementará a la formación.
● el poder hacer – que tiene que ver con nuestras aptitudes… de nada sirve que podamos hacer una tarea si no queremos hacerla; aquí el apoyo de nuestros compañeros y la preparación psicológica juegan siempre a nuestro favor. También la confianza en nuestro grupo o en la persona responsable de él.
● el querer hacer – que tiene ver con nuestras actitudes… actitudes que nunca deberían dejar de ser reflexivas y críticas, no dando por sentado que, si otro pudo, yo podría hacerlo con la misma facilidad. Es en este punto donde la sobre- estimación de nuestras capacidades y esfuerzos se convierten en una fuente de graves peligros hacia nuestra persona… y puede que hacía nuestro grupo.
Acabemos este epígrafe señalando la importancia de ese espíritu crítico del que ya hablamos (y del que seguiremos hablando). Una vigilancia constante en nuestros compañeros seguramente puede evitarnos algún disgusto. Alguien, por cansancio, por falta de atención o por cualquier otra causa, podría cometer un error que comprometa su seguridad o la de otro. Si, por muy experto que sea nuestro compañero, mantenemos esa actitud crítica y de vigilancia constante, será fácil que detectemos el error… antes de que tenga consecuencias. Cuando en un grupo todos sus miembros tienen esta actitud hacia los demás, es fácil sentirse menos vulnerable, y, por ende, más seguro. ¡Pero ojo!, como en todo, el equilibrio es el punto exacto: no se trata de ir fiscalizado escrutadoramente hasta el ahogo cada uno de los movimientos o acciones de alguien. El entrenamiento de esta actitud nos hará llegar a ese punto exacto.
“el saber”… los conocimientos permiten que una noche en alta montaña se convierta en una estupenda experiencia: preparados para pernoctar en los Alpes a más de tres mil metros de altitud. Foto: Colección Narciso de Dios
“el saber hacer”… los conocimientos más la experiencia permitirán evitar malas decisiones o maniobras.
El error con las cuerdas de este alumno al final de una escalada le hará perder mucho tiempo para solucionarlo… y una circunstancia así puede ser foco de conflicto. Foto: Colección Narciso de Dios
Sin duda que se trata de una sencilla pregunta de compleja respuesta. Ya al inicio de este artículo nos planteamos cuestiones similares al respecto. Parece evidente que la Seguridad puede ser un sentimiento que nos hace afrontar ciertas tareas con un cierto grado de tranquilidad. ¿Pero sentirnos seguros significa que objetivamente estemos seguros? Con un mínimo de reflexión comprenderemos que no es así… y esto complica más la cuestión. Sin olvidar lo dicho hasta aquí, ahora es oportuno señalar los tres pilares de la Seguridad. Personalmente me gusta definirla como el cristal de una mesa con tres patas; con una sola pata débil, el cristal (la Seguridad) corre peligro de ruptura (nuestra integridad física). Y si me gusta definirla como a un cristal es porque ya, de entrada, veremos que se trata de algo frágil. Las patas sustentadoras de dicho cristal, que iremos estudiando consecutivamente, son las siguientes: la percepción del riesgo, la gestión del riesgo y la formación. Si volvemos a la figura de nuestra mesa, es fácil colegir que cada una de estas patas deben ser igualmente fuertes y estables… Cuanto más fuertes y más estables, mejor será para el cristal (la Seguridad). Vamos a estudiarlas ahora individualmente, y veremos como cada pata se complementa con la otra, por lo que es bueno no perder la vista de conjunto.
“el poder hacer”… tanto la voluntad como el apoyo de los compañeros permiten hacer mejores actividades. Una reunión durante una escalada en una pared de los Alpes. Foto: Colección Narciso de Dios
“el querer hacer”… el sueño de querer realizar su primer cuatromil en los Alpes llevó a estas dos personas,
acompañados por el autor, a la cima de sus sueños. Foto: Colección Narciso de Dios
El Diccionario nos dice que la percepción es “el primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos”. Sobre riesgo nos dice que es “la posibilidad de que se produzca un contratiempo o una desgracia, de que alguien o algo sufra perjuicio o daño”. Con esto, nosotros podríamos colegir, quizá más coloquialmente, que “la percepción del riesgo” tiene que ver con ser capaces de percatarnos, de ser conscientes, de que estamos en una situación o circunstancia de peligro para nuestra persona o nuestro grupo. Y aquí me importa mucho señalar un concepto que, tras muchos años de actividad en el montañismo y docente, resumo en la siguiente frase: “seguramente el mayor de los peligros es… ¡el desconocimiento del peligro!”.
Y no es un juego de palabras, amigo lector; te invito a que pares por un instante y reflexiones sobre ello; y te pongo un ejemplo para ayudarte: si desconozco los riesgos a los que puede llevar el viajar por una carretera con nieve, seguramente será más fácil sufrir un accidente que si fuese una persona consciente de esas dificultades. Imaginemos la terrible diferencia con la pueden afrontar ese viaje una persona experta en tránsito sobre nieve y otra no: para la primera puede ser un puro divertimento… para la otra un serio peligro (aunque no sea consciente de ello). Volvamos a insistir aquí -no nos cansaremos- sobre la importancia de la formación y la práctica de la actividad para lograr la necesaria experiencia que convierta nuestras acciones en seguras… aunque pudieran no serlo para otros.
De todo esto, podemos concluir con algo que ya dijimos más atrás: nuestra actitud siempre debiera ser crítica, orillando la autocomplacencia, el conformismo y el simplismo en la reflexión, valorando adecuadamente nuestras capacidades y limitaciones. Creo que todos hemos visto a personas mal o muy mal equipadas para la actividad que pretendían realizar… y que ellos, en muchos casos, ignoraban los peligros a los que se sometían. Tener una buena percepción del riesgo nos ayudará a mejorar la seguridad de nuestras actividades… y la seguridad de nuestros compañeros. Y el miedo puede ser un estupendo aliado para ponernos en alerta a la hora de percibir un riesgo; hablamos más tarde de ello.
Un buen equilibrio en los pilares de competencia de la Cultura de la Seguridad
nos permitirá mejores realizaciones. Dibujo: Xavi Socias
Intentar subir una montaña como el Cervino (en la foto) puede llenarnos de dudas e inquietudes:
el peso de su Historia
se nos puede caer encima. Una actitud negativa no favorecerá el buen fin de la escalada.
Verano de 2017. Foto: Colección Narciso de Dios
Desde un punto de vista académico podríamos definir a la gestión del riesgo como “un enfoque estructurado para manejar la incertidumbre relativa a una amenaza, a través de una secuencia de actividades humanas que incluyen la evaluación del riesgo, las estrategias de desarrollo para manejarlo, y la mitigación del mismo utilizando ciertos recursos”. Si queremos decirlo de manera menos formal, la gestión del riesgo tiene que ver con nuestra manera de afrontar aquellas situaciones en las que detectamos un peligro, para evitar que esto nos afecte… en todo, o en gran parte. Recordemos una vez más un concepto de suma trascendencia: el riesgo cero no existe en ninguna actividad humana.
Una mala gestión del riesgo puede hacer muy diferente una misma situación, llegando en ocasiones a tener fatales consecuencias. Pondremos unos pocos ejemplos sobre los que reflexionar… y sacar luego nuestras propias conclusiones, y nuestros propios ejemplos:
● Un mal equipamiento personal será fuente de sufrimientos y de graves daños. Las temidas congelaciones o la hipotermia bien podrían valer como ilustración
● las condiciones de la montaña marcarán la actividad; es decir, que un mismo lugar puede parecer tan diferente como una playa caribeña y un lago en Groenlandia, dependiendo de eso que llamamos condiciones. Las diferentes estaciones del año marcan netamente algunos lugares; así, un plácido paseo en verano a una cima sencilla puede ser una dura experiencia montañista en invierno… ¡o en condiciones invernales!, pues no siempre el calendario está en consonancia con la situación de la montaña o el paisaje. Es decir, aunque estemos en el mismo lugar físico, objetivamente no es tal, pues son las condiciones quienes marcan la diferencia. Cómo gestionamos esa diferencia es nuestra responsabilidad.
● En nuestras escaladas en roca, el no instalar un seguro próximo y sobre la reunión puede ser causa de una caída grave, por el factor 2 de la misma; es decir, que, ante unos mismos metros de caída, el hacerlo en esas circunstancias multiplicará por cuatro la fuerza de choque. Aquí, gestionar bien el riesgo es tener el hábito de colocar uno o varios seguros lo más próximos al punto de reunión… después se podrían ir distanciando (no es este el lugar para explicar con detalle del concepto de factor de caída; te invito, amigo lector, a que te informes bien sobre él… y sus consecuencias)
● hay un escenario que, a falta de una mejor definición, yo llamo “atento a lo imposible”: se trata de una circunstancia que, por muy inusual que pudiera ser, no por ello dejaría de tener su importancia como catalizador de un accidente. ¿Ejemplos?, pues imagina una cabra u otro animal por encima de ti, y que en su caminar pudiera arrojar una piedra sobre tu posición; una suela de bota despegada o el corte de la cuerda por una roca. No por poco probable deberíamos de dejar de prestar atención a esos “imposibles”, anticipándonos a ellos con una mirada escrutadora, crítica y reflexiva en cada momento.
La Seguridad podría ser como una mesa de cristal con tres patas igualmente importantes. Foto: Colección Narciso de Dios
La percepción del riesgo y la técnica son conceptos cambiantes en el tiempo…
y conviene que esa evolución sea hacia una mayor Seguridad. Imagen histórica del paso de una grieta
La percepción del riesgo mejora a medida que tenemos más conocimientos: litografía histórica de Whimper. Hoy nadie aceptaría un sistema como método de seguridad como el reflejado en la imagen
● Los animales sueltos en los campos, algunos pueden ser peligrosos, son otro factor a tener en cuenta. Convendría recordar que son ellos quienes están en su hábitat… del cual nosotros sólo somos unos visitantes. Nuevamente el sentido común y la mirada crítica nos serán de gran ayuda. Ser conocedores de su presencia y comportamiento serán factores de gran ayuda para nuestra actividad
● A muchos de nosotros nos gusta ir acompañados en nuestras excursiones por nuestro perro. Su compañía es un aliciente más en la actividad. Los perros de gran tamaño pueden provocar un mayor o menor grado de temor en ciertas personas. Deberíamos ser conscientes que el perro es nuestra responsabilidad, y que siempre es mejor tener una actitud que demuestre que tu perro no hace nada… a ir repitiendo continuamente “tranquilo, que no hace nada”. Y, por descontado, donde haya ganado deberíamos llevarle atado.
Sirvan estos ejemplos, a modo de muestra, de cómo nuestras actitudes ante diferentes hechos pueden hacernos disfrutar más de la actividad, convirtiéndola, por ende, en más segura. Gestionar adecuadamente los riesgos, anticipándonos a las circunstancias peligrosas, siempre nos resultará positivo. Por eso es oportuno que te aprendas de memoria, y comprendas hasta sus últimas consecuencias, la siguiente ecuación:
riesgo = peligro x exposición
Analizando la ecuación, veremos que la cantidad de riesgo que deberemos analizar si queremos asumir o no, viene dada por el tamaño del peligro y por el tiempo de exposición a que estemos sometidos a ese peligro… y que estos dos factores, peligro y tiempo, se potencian en su interrelación. Resulta importante señalar que, evidentemente, tanto el tamaño del peligro como la cantidad de tiempo de exposición deben ser evaluados correctamente para poder llegar a una decisión acertada; un error en cualquier de estos dos factores, no puede llevarnos nunca a una conclusión idónea. Y aquí te propongo, amigo lector, que busques tus propios ejemplos; reflexionar sobre ellos te llevará, nuevamente, a conclusiones de mucho interés.
Fin del primero de los cuatro; continuará en el siguiente artículo
Una buena gestión del riesgo reduce la posibilidad de accidente. En la imagen, el autor el 10 de agosto de 2018
guiando en la Vía Sur del Dent du Géant, 4.013 m., Alpes de Chamonix, Francia.
Para escalar la mítica Placa Burgener en libre, un nudo prusik en la cuerda fija con una cinta dyneema
sirve como punto de seguro intermedio. Foto: Colección Narciso de Dios
Una óptima gestión del riesgo permite cabalgar las aristas con seguridad y rapidez. En la foto, llegando a la cima del Gran Paradiso, 4.061 m.s.n.m, Alpes italianos. Foto: Colección Narciso de Dios
Durante la actividad se debe valorar continuamente esta ecuación. El autor al inicio de la vía Sur del Dent du Géant,
4.013 m., en los Alpes de Chamonix, Francia; el 10 de agosto de 2018. Colección Narciso de Dios
Domiciliado en c/Peral, 14 – La Cabrera (Madrid)
Teléfonos: 91 868 90 11 y 654 91 96 83
Correo electrónico: narciddm@gmail.com
Fecha de nacimiento: 11 de Enero de 1956
Empieza a escalar montañas en Febrero de 1973
Entra a formar parte en la plantilla de la Escuela Española de Alta de Montaña en Octubre de 1979.
Es socio de la Asociación Española de Guías de Montaña (A.E.G.M.) con el número 849.
Es miembro de la U.I.M.L.A. Union of International Mountain Leader Associations con el número 849.
En la actualidad, dispone de las siguientes titulaciones:
• Profesor de Iniciación a la Montaña
• Profesor de Escalada en Roca
• Profesor de Alpinismo
• Profesor de Esquí de Montaña
• Árbitro de Esquí de Montaña de Competición (Primera Promoción)
• Guía Acompañante de Montaña
• Guía de Escalada en Roca
• Técnico Deportivo en Alta Montaña 2
Ha ostentado los siguientes cargos deportivos:
• Directivo de varios Clubes de montaña
• Miembro del Comité Castellano de Esquí de Montaña (1980-1981)
• Secretario Técnico de la Escuela Castellana de Alta Montaña (1982-1984)
• Secretario Técnico de la Escuela Madrileña de Alta Montaña (1984-1986)
• Vocal de Esquí de Montaña de la Federación Madrileña de Montañismo en la temporada 1997/1998
Narciso de Dios Melero
ACTIVIDADES DOCENTES
Su clara vocación docente le ha llevado a impartir y dirigir numerosísimos cursos en todas las especialidades de las que tiene titulación. Fruto de esta vocación docente es su empeño en permanecer al día tanto en técnica como materiales y métodos de enseñanza de las distintas disciplinas de las que tiene titulación e imparte cursos.
Preocupado por el incremento del número de accidentes en montaña, lleva años trabajando en la divulgación para conseguir una Cultura de la Seguridad que haga reducir ese número tan dramático.
ACTIVIDADES COMO GUIA DE ALTA MONTAÑA
Lleva más de 40 años de experiencia en este terreno… ¡y sin ningún accidente que reseñar!
Son muchas y muy variadas las ocasiones en las que ha acompañado y/o guiado a personas y grupos en las montañas, haciendo actividades tan dispares como campamentos, rutas de senderismo de uno o varios días, escaladas en roca y alta montaña, montaña invernal, escaladas invernales, travesías de esquí de montaña, etc. tanto dentro como fuera de España.
También ha participado como Guía en actividades especiales, como marchas, escaladas –técnicas elementales y rápeles- y esquí de pista, con personas con discapacidad física, psíquica o en procesos de integración social.
Mala gestión del riesgo: un pésimo e inadecuado equipamiento para un sendero en la montaña. A veces, la publicidad desmedida es la responsable de estos disparates. Foto de un libro de Miguel Ángel Vidal. Colección Narciso de Dios
Buena gestión del riesgo: montañero con un equipamiento adecuado para las condiciones de la montaña y la temperatura y viento al que se enfrenta. Sierra del Guadarrama (Madrid-España). Foto: Colección Narciso de Dios
ESCALADAS:
Ha realizado numerosas escaladas en todos los macizos importantes de España y en muchos de los secundarios, tanto en condiciones estivales como invernales, destacando las cerca de mil escaladas en la Sierra de La Cabrera.
Tiene abiertas varias vías de escalada –de varios largos y, por supuesto desde el suelo- en diferentes zonas montañosas, algunas poco conocidas, con dificultades entre el IVº y el 6b (graduación global de la vía). La Sierra del Mugrón en Albacete o la Sierra del Zapatero en Ávila serían claro ejemplo de ello.
También equipó en La Pedriza una zona nueva destinada a la enseñanza de la escalada, se le llamó el Placódromo y está próximo a la Cueva de la Mora. Con el paso de los años, se ha hecho muy popular, por la facilidad del acceso y la bondad de la equipación.
ACTIVIDADES CON ESQUÍS DE MONTAÑA:
Ha subido numerosas cumbres de todos los macizos españoles practicando el esquí de montaña: el invierno pasado coronó el Aneto por vigésimo sexta vez.
Ha participado en la organización y dirección técnica de numerosas pruebas de esquí de montaña, tanto competitivas como no competitivas, desde 1980 hasta hoy.
En su condición de Árbitro de Esquí de Montaña de Competición ha arbitrado numerosas de las pruebas valederas para la Copa y/o el Campeonato de España de Esquí de Montaña de Competición de la F.E.D.M.E.
EXPEDICIONES:
Expedición Alto Atlas 1981 – Marruecos
Expedición Yuraq Janka 1984 – Perú – Cordillera Blanca
Expedición Alpamayo 1987 – Perú – Cordillera Blanca
Expedición Aconcagua 1991 – Argentina
Expedición Aconcagua 1993 – Argentina
Aquello que llamamos “condiciones” pueden hacer muy diferente un mismo lugar: Mirador del Cuervo,
Sierra de Guadarrama, España. Las dos imágenes son del mismo lugar. Foto: Colección Narciso de Dios
Es la misma montaña: el Almanzor, en la Sierra de Gredos… ¿realmente es la misma montaña en
verano que en invierno? Parece que no: son las condiciones de la misma la que marcará la manera
de realizar nuestra actividad. Foto: Colección Narciso de Dios
Gestión del riesgo mala y buena en dos imágenes, por el peligroso Factor 2 de Caída: en la primera se produce la caída más peligrosa para el escalador… y para la reunión. En la segunda imagen, el autor colocando un seguro nada
más salir de la reunión para evitar ese peligro. Foto: Colección Narciso de Dios
OTRAS ACTIVIDADES:
Ha escrito y publicado numerosos artículos y fotografías en varias revistas y periódicos.
Lleva impartiendo conferencias, desde hace 45 años, sobre sus escaladas o sobre diversos temas divulgativos o didácticos sobre la montaña y sus actividades; en estos últimos años se ha centrado más en la problemática de la conservación del medio y la historia de la montaña y sus valores formativos.
Ha promovido y coordinado varios ciclos de conferencias sobre temas relacionados con la montaña en diversos centros.
Ponente en el I Congreso Nacional de Seguridad en Montaña de Panticosa-2016.
Asiduo de las redes sociales donde vuelca su pasión por la Historia de la Montaña y su preocupación por la seguridad.
Creador, director y presentador de 35 programas en Radio Ribagorza de Banasque, donde se vinculaba la Historia de la montaña con la de la música, contando con la participación de importantes montañeros. Obtuvieron un Premio Félix de Azara, en el apartado de Medios de Comunicación, en 2015.
Tiene escritos dos libros ambientados en la montaña: “Fascinados por la montaña”, publicado en febrero de 2020 mediante una autoedición) y “Porque estamos hechos de recuerdos” (pendiente de edición). Parece difícil encontrar un editor valiente que apueste por un autor novel.
Gestión del riesgo: atención a los animales sueltos. Subiendo al Lago di Meserin, cerca del Valle de Aosta; Alpes italianos.
Es nuestra responsabilidad no molestarles… y evitaremos sus ataques. Foto: Colección Narciso de Dios
Gestión del riesgo. Ir a la montaña con nuestro perro nos puede dar grandes satisfacciones… pero su comportamiento es nuestra responsabilidad. Urus, el perro del autor, en las proximidades de la cima de La Maliciosa, Sierra de Guadarrama, España. Foto: Colección Narciso de Dios
de seguridad adecuadas
en la montaña
Es nuestra misión dar a conocer la Cultura de Montaña Argentina y por lo tanto es prioritario que si es utilizado nuestro material visual, acuerden con la institución su uso. Si están interesados en el material fotográfico del CCAM, le sugerimos que se contacten a: info@culturademontania.org.ar
Todo el material fotográfico del CCAM es restaurado y publicado en alta resolución.
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